Recuerdo de Gail Tredwell : Testimonio de Rajita sobre Gayatri

Hemos recibido la siguiente carta de una antigua devota:

Oí hablar de Amma en 1986, cuando me encontré con uno de los organizadores de la gira de Amma , que la invitó a visitar el monte Shasta en su primera gira mundial. Después Amma volvió por segunda vez en 1988, y yo fui a visitar su ashram quedándome un total 6 meses, en el que era mi primer viaje al extranjero. Tuve una experiencia fundamental y lo más increíble es que resultó transformadora. Las palabras no pueden expresar, ni remotamente, lo que era estar cerca de Amma y de los dedicados discípulos y devotos que había a su alrededor.

Por tanto, acabé viviendo en el ashram y me convertí en una renunciante hasta que, muchos años después, a causa de una enfermedad crónica volví de nuevo a América. Me quedé en los Estados Unidos, y visitaba Amma en sus giras y también en Amritapuri siempre que era posible .

” En las giras me quedaba por lo general en la casa donde se alojaba Amma, lo que significaba que yo también formaba parte del grupo muy íntimo de devotos que solía estar cerca y tenía acceso a Amma . Durante todo aquel tiempo no observé ni pizca de las conductas que Gail alude o acusa directamente a Amma en su libro”.

Yo tenía treinta años cuando conocí a Gail, y era como mi madre superiora. Había que ser cuidadoso con la autoridad, en general, y con su temperamento, en particular. Por tanto me costó algunos años llegar a aceptarla como mi jefa, pero al final lo hice. Yo, como aspirante espiritual, tenía un gran respeto hacia ella. Era mi intérprete personal de las palabras de Amma y una trabajadora increíble y eficiente. Parecía que podía hacer el trabajo de muchas personas. Su proximidad y dedicación a Amma, la situaban en una posición especial, y por tanto mis ojos la contemplaban con admiración. Ella también me aconsejó bastante bien durante todos aquellos años. Dicho esto, también es cierto que tenía una lengua como un látigo y nunca se sabía hacia dónde la iba a dirigir.

El ashram, comparado con el actual, era muy pequeño durante el tiempo que viví allí en 1988. Amma no tenía intimidad real. Aunque disponía de su propia habitación, siempre había al menos una o dos personas con ella. En las giras me quedaba por lo general en la casa donde se alojaba Amma, lo que significaba que yo también formaba parte del grupo muy íntimo de devotos que solía estar cerca y tenía acceso a Amma . Durante todo aquel tiempo no observé ni pizca de las conductas que Gail alude o acusa directamente a Amma en su libro.

A medida que pasaba el tiempo, Gail fue cambiado lentamente. Yo era más joven y ciertamente no entendía lo que estaba viendo. Gail me eligió para ser su compañera de habitación en los últimos años de mi estancia. Solía despotricar contra Amma , diciendo vehementemente: “¡No voy a ceder! ¡No voy a darle lo que me pide!” Esto era muy confuso para mí, pues entendía que nuestra práctica espiritual era, de hecho, rendirse. Pero como Gail seguía siendo “la mano derecha de Amma ” , aunque aquello me resultaba muy extraño, no traté de llegar a una comprensión al respecto. Recuerdo que entonces, hablando con Lakshmiakka, esta me señaló que Gail evitaba estar con Amma. Dejó la habitación de Amma y solo se la veía con ella en público. Gail se quejaba mucho de la gente no era amable con ella. Sin embargo, al mismo tiempo que para Lakshmiakka era un “monstruo”, yo la consideraba como una madre amorosa. Gail también tenía muchas quejas sobre la mayoría de los Swamis . Parecía como si percibiera a los Swamis como rivales, aunque yo sólo le escuché elogios y muestras de respeto hacia Swami Amritaswarupananda Puri (Balu) y Swami Paramatmananda Puri (Nealu).

Recuerdo que me sentí consternada y confundida cuando me enteré de la vergüenza que Gail le hizo pasar al chico adorable, Krishnanunni, tal como me lo contó su madre Radhika, quien estaba molesta y alterada por el incidente. El lado oscuro de Gail surgió entonces, pero por suerte nunca se desató del todo en mi dirección. Oí la mayoría de las quejas de Gail cuando empezó a decir que iba a dejar el ashram . Me resultó extraño que animara dos brahmacharinis jóvenes y prometedores para que se fueran.

“A veces oigo toda una letanía de historias de Gail desde hace unos 13 años, y veo que hay una gran cantidad de fantasías y maquinaciones recientes. Después de todo, la verdadera historia no vende mucho, así que conviene mezclarla con algo de escándalo y presentar un buen relato con una víctima muy ofendida.”

Regresé a Occidente en febrero de 1998, casi 2 años antes de que Gail saliera del ashram. Como ya no vivía en el ashram a tiempo completo, realmente nunca vi el lado más oscuro de Gail durante esos últimos años, y que otros me contaron. Por tanto, lo evidente para mí es que pensaba que ella había sufrido un ataque de nervios. No podía imaginar entonces que se fuera realmente. Pensé que sólo se trataba de un descanso emocional, y asumí que si no podía servir a Amma con la misma intensidad y cercanía de antes, acabaría dirigiendo un ashram de Amma en su país natal, Australia, tras un periodo de descanso.

A veces oigo toda una letanía de historias de Gail desde hace unos 13 años, y veo que hay una gran cantidad de fantasías y maquinaciones recientes. Después de todo, la verdadera historia no vende mucho, así que conviene mezclarla con algo de escándalo y presentar un buen relato con una víctima muy ofendida. Ella fue el centro del universo durante muchos años, una verdadera gobernanta, y debe haber sido muy decepcionante para ella verse abandonada a su suerte y privada de atenciones durante estos años. Su lengua de escorpión desató su desafortunada tendencia que todos conocíamos muy bien. Ella usa una táctica narrativa que consiste en decir “verdad, verdad, mentira” para difamar a Amma y al ashram. Las descripciones que hace en su libro siguen ese mismo patrón. Por poner una ejemplo típico de unos devotos que visitan la India y viajan con Amma: Jack y Jill son devotos (verdadero), a Jack y a Jill les gusta viajar con Amma por la India (verdadero), Jack y Jill visitan el ashram de la India cada dos años (verdadero), Jack y Jill trafican con drogas para pagarse sus viajes (falso). Como las premisas de este relato son verdaderas, la mentira resulta convincente. Se podrían introducir variaciones en el tema del ejemplo, y extrapolarlas a cualquier cosa dramática y escandalosa.

Para aquellos que no conocían a Gail, me gustaría decir que Gail no llevaba un estilo de vida convencional, por decirlo de algún modo. Ella optó por asumir el papel tradicional de servicio al Maestro. Eso significaba levantarse antes y dormirse después que el Maestro, y prever sus necesidades. Para conseguirlo contaba con otros devotos que la servían a ella, y así podía servir al Maestro. El papel que ella había elegido era muy diferente del de un devoto o incluso un discípulo que no lleva a cabo ese papel. Supone un gran desafío y sólo pueden realizarlo aquellas personas que desean que el Gurú las transforme. Estas personas excepcionales deben estar dispuestas a consumirse en el estrés y la imprevisibilidad que su viaje implica. Un ejemplo de esto se encuentra en el libro Chasm of Fire [La sima de fuego] escrito por Irena Tweedie y que Amma ha recomendado.

Este fue el papel que Gail asumió, y de hecho luchó para asegurarse de mantenerlo. Cualquier persona que tratara de interponerse en su papel sufría un latigazo verbal real, cuanto menos. Es cierto que muchas personas la temían al tiempo que la admiraban pues podía hacer que sus vidas se volvieran miserables si ella así lo decidía.

Recuerdo que en los primeros días de estar con ella, le pregunté a Gail cómo podía Amma tolerar el comportamiento negativo de algunas personas del ashram que ocupaban posiciones relevantes. Gail me dijo que los Maestros obtenían buenos resultados trabajando el ego de las personas que tienen estos comportamientos pues así “Matan muchos pájaros de un solo tiro”. En aquel momento no pensé que Gail pudiera ser una de esas personas.

Cuando estuve viviendo por primera vez en el ashram, era un centro pequeño e íntimo. Aunque nunca describiría a Gail como una persona feliz, ella cumplía con su trabajo y estaba contenta con su vida cuando me mudé al ashram. Con el paso del tiempo y la llegada de más gente al ashram, tanto occidentales como indios, ella fue asumiendo más poder y se convirtió en una reina que gobernaba sobre todos nosotros. En los últimos años se enamoró de un devoto occidental. Por un lado, ella se dedicaba plenamente a la tarea que tenia y cuidaba de todos los detalles. Por otro lado, era amarga, abusiva y se quejaba del mal carácter de todo el mundo que tenía a su alrededor.

En mis primeros años, Swami Paramatmananda me advirtió que el principal defecto del carácter de Gail era hablar mal de la gente, que era una cualidad negativa y constituía el principal obstáculo que ella debía superar. Recuerdo que me lo comentó sentados en las escaleras que van al templo, donde ahora se encuentra la ofina de Matruvani. Solo recuerdo que le dije que había sido muy amable dedicándome el Swami su tiempo para hablarme de aquella manera. Ahora aprecio todavía más su sabiduría.

En una sesión de preguntas y respuestas con Amma durante el retiro de Los Ángeles del año 2000, le hice públicamente una pregunta relacionada indirectamente con la partida de Gail. Amma me dijo que “mantener el mismo esfuerzo y constancia en el camino espiritual era tan raro como que te tocara la lotería”. Me parece que si después de seguir el camino espiritual durante mucho tiempo, uno desea vivir una vida diferente debe resultar mi difícil aceptar que no eres una gran alma. Por tanto, es mucho más fácil decir y pensar que todos los demás son unos retorcidos y malvados, y que tienes motivos y razones para acusar a todos los que tienes a tu alrededor. En este sentido, Gail todavía sigue afilando su hacha y resulta más que evidente pues ya han transcurrido más trece años desde su partida.

Así, la historia de Gail comienza maravillosamente y poco a poco se vuelve más retorcida, pues ella ve el mundo a través de su estado emocional lamentable. Es una lástima, ya que su sórdido cuento tiene como efecto invalidar todos los buenos años que pasamos juntas. Me produce una gran sensación de dolor el ver lo que le puede pasar a alguien a quien has amado como una hermana mayor y con la que compartí tantas experiencias asombrosas. A pesar de toda su negatividad, cuando Gail recibió darshan de Amma hace unos pocos años, observé cómo Amma la aceptaba plenamente y le mostraba su amor al igual que hace con todos sus “hijos”. Amma la invitó a sentarse junto a ella durante el resto del programa matinal, y solo expresó amor e interés hacia ella.

“Le sugerí que ahora que tenía una posición segura, un lugar donde vivir, un trabajo y un buen coche (el ashram le dio 20.000 dólares para establecerse), era el momento para hacer un trabajo emocional y asumir la responsabilidad de su “decisión” pues ella no era diferente a los demás. ¡No le gustó en absoluto esta idea! En su lugar estaba proyectado todo el abuso que había sufrido por parte de su madre y hermanos, sobre Amma y los Swamis, y en herir a la gente.”

Yo estaba interesada en leer en su libro que el plan de Gail había sido siempre irse a vivir a Hawai, donde yo viví, después de dejar el ashram. Tal vez fuera esa la verdadera razón por la que nunca fui objeto de ataque por parte del lado cruel de su naturaleza. La última vez que estuve con Gail, yo era consciente de que estaba contando historias sobre Amma y los swamis, pues de alguna manera estas historias me llegan invariablemente a mí. Le sugerí que ahora que tenía una posición segura, un lugar donde vivir, un trabajo y un buen coche (el ashram le dio 20.000 dólares para establecerse), era el momento para hacer un trabajo emocional y asumir la responsabilidad de su “decisión” pues ella no era diferente a los demás. ¡No le gustó en absoluto esta idea! En su lugar estaba proyectado todo el abuso que había sufrido por parte de su madre y hermanos, sobre Amma y los Swamis, y en herir a la gente. Ella se sintió tan enojada con esa sugerencia, que apenas podía hablar.

Le mencioné a Gail una muy buen asesor personal al que yo iba en aquel momento. Algunos meses más tarde, él me preguntó “si yo sabía que Gail estaba loca”. Me disculpé y dije que cuando se lo recomendé yo realmente no había entendido la situación, pero que lamentablemente lo sabía ahora.
Normalmente no comparto públicamente lo que escribo, pero la gente está considerando lo que ha escrito Gail como la verdad de este asunto, por lo que siento obligada a hablar. Yo solo puedo imaginar el modus operandi verdadero de Gail, pero es una pena que se siga conduciendo a sí misma de esta manera. Aunque Gail cuidó de mí durante los muchos años que viví en el ashram y ya no seamos amigas, me preocupa su bienestar. Me entristece que muchos puedan creer sus historias y puedan perder una oportunidad única para aprender y transformar sus vidas a través de una gran Maestra humanitaria y espiritual.

Rajita.

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